Cosas que no sabías de los canales de Ámsterdam

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¿Te vas a los Países Bajos? ¡No puedes dejarte sin ver, y de paso aprender, algunas cosas que no sabías de los canales de Ámsterdam!.

Curiosidades e historia de los canales de Ámsterdam

Cuando se hace una excursión o se va de viaje sin más, toda información es poder, y hoy vas a descubrir algunos datos muy chulos sobre esta curiosa red de canalaje de la capital.

Son Patrimonio de la Humanidad

Como muchos de los elementos arquitectónicos tan curiosos y reconocidos alrededor del planeta, los canales de Ámsterdam son Patrimonio de la Humanidad; bueno, cuatro de ellos, los principales. Sus nombres son Herengracht, Keizersaracht, Prinsenaracht y Singel y tienen este título desde el año 2010.

Con ello se consigue, aplicándoles las leyes internacionales de preservación, que no se pierda el significado histórico y cultural que han tenido y que los habitantes del país siguen sintiendo.

Hay más de cien kilómetros de canales

Los 165 canales que se encuentran en la ciudad suman… ¿cuánto crees? Piensa que es una ciudad bastante pequeña.

La verdad es que la suma de todas las construcciones pasa los cien kilómetros. Y eso solo porque el proyecto inicial solo se pudo llevar a cabo en parte. De no ser así, habría que multiplicar el número de canales y la dificultad visual del entramado sería increíble.

Y más de mil monumentos

Si eso no te ha sorprendido, seguro que saber que la cantidad de monumentos y construcciones de interés que decoran y rodean los canales pasa el millar. Tanto es así que es de las ciudades con más mayor número de monumentos por metro cuadrado, ¡y con razón!

Hay una torre del siglo XVII, una casa de sólo un metro de ancho, una catedral circular, la casa de la famosa Ana Frank, un museo de arte medieval oculto (y otros tantos de diferente tipología, incluido, curiosamente, el Museo de los Canales), un campanario ‘de aupa’, una capilla gótica del siglo XV, una torre defensiva y así podríamos seguir.

Tiene más puentes que la famosa Venecia

El conjunto de canales suma más de mil puentes, lo que triplica la cantidad que hay en Venecia. Curioso, ¿verdad? 

Pero estos no se suelen surcar tanto a góndola. En esto sí que ganan por goleada los italianos, pues en sus canales hay más góndolas que puentes, lo más normal es pasear en barco por los canales de Amsterdam.

Se están recogiendo 15.000 bicicletas de su fondo cada año

Existe en Ámsterdam un equipo especial de recogida de bicicletas. Este se despliega cada año para limpiar canal a canal. El resultado a día de hoy es de 15000 aproximadamente, algo que sorprende bastante teniendo en cuenta que la población censada de la capital es de un pelín más de 14.000 habitantes.

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La casa barco es una residencia o negocio común

En Ámsterdam hay actualmente más de 2500 casas barco. Algunas son muy antiguas y quedan como símbolo para que se puedan admirar y otras, simplemente, han quedado desocupadas.

Sin embargo, la mayoría están en uso, y cada vez más desde hace algún tiempo. Como vivienda es un lugar mucho más económico donde se puede hacer vida exactamente igual que si tuvieses una casa o un piso. Como negocio, es una atracción en sí misma pues ¿qué turista no quiere ver una tienda barco o cenar en un restaurante barco?

Eso sí, esta práctica está haciendo que cada vez se pongan más trabas, por así decirlo, para hacerlas habitables y darles uso, lanzándose nueva normativa reguladora cada poco tiempo.

Es un lugar que inspira arte

Aunque ahora se llevan las fotos, que son instantáneas, los canales antes tampoco pasaban inadvertidos hace décadas y décadas, aunque llevase más tiempo retratarlos. Además, también han servido como fuente de inspiración para crear otras obras que nada tuvieran que ver con ellos; simplemente en sus cercanías hemos visto artistas sentados disfrutando de las vistas para después crear todo tipo de trabajos.

Pero en cuanto a plasmar literalmente los canales de Ámsterdam, los ejemplos más representativos son, quizás, el de Albert Camus, que nos los muestra como símil de los Círculos del infierno, o el del mismísimo Monet, quien sentía obsesión por el lugar y lo llegó a retratar, que se sepa, hasta en trece ocasiones.